Con estas palabras Estela de Carlotto pidió al General Reynaldo Bignone por la vida de su hija Laura, según contó el miércoles ante el TOCF N 1; además aseguró que ante la tumba de su hija tomó fuerzas "para seguir luchando por los 30 mil compañeros" y para buscar a su nieto Guido, que en pocos días cumple 36 años.

Por Rosario Juárez
En medio de una sala colmada que la recibió con aplausos, Estela Barnes de Carlotto ingresó a prestar declaración ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 1 de La Plata, que lleva a cabo el juicio por crímenes de lesa humanidad cometidos en La Cacha; “tengo dos historias en estos 36 años de lucha por la memoria, la verdad y la justicia: una como integrante de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, y otra como madre de Laura Estela Carlotto” explicó la titular de Abuelas al inicio de su testimonio y agregó “pero este juicio amerita que la que hable hoy sea la mamá de Laura”.
El 24 de marzo del 76, al inicio de la última dictadura cívico-militar, los Carlotto eran una familia de clase media que “habían nacido y crecido entre dictaduras militares”; Estela era directora de escuela, su esposo Guido tenía un pequeña fábrica de pinturas y sus dos hijas mayores, Laura y Claudia, eran estudiantes universitarias y secundarias, respectivamente; ambas eran militantes activas. “El silencio y el miedo reinaban, era difícil la comprensión de lo que estaba pasando porque la prensa corporativa, en unión con la dictadura militar, decía que acá no pasaba nada; la incomprensión social era de acuerdo a lo que se informaba y el miedo era también paralizante”, aseguró Estela.
Según contó la presidenta de Abuelas, la primera víctima directa de su familia fue su esposo Guido, cuando el 1 de agosto del 77 fue secuestrado, luego de ir a buscar a su hija Laura a la casa en la que vivía con un matrimonio de compañeros y de la que se estaba mudando; como su hija no regresaba, Guido Carlotto decidió ir a ver hacia el departamento: “encontró todo destrozado, entrando gente extraña a llevarse cosas y al salir del recorrido de esa casa destruida, lo toman prisionero. Estuvo secuestrado 25 días. Ahí aprendí lo que era la búsqueda de una persona secuestrada que después nace con el nombre de desaparecido”, relató Estela ante el tribunal presidido por el Juez Carlos Rozanski y agregó que debió pagar 40 millones de pesos de ese momento como rescate, que habló con miembros de la Iglesia Católica –Monseñor Plaza y Monseñor Montes-, gente importante del gobierno e incluso con Reynaldo Bignone, hermano de una amiga suya del área de educación.
Guido Carlotto fue liberado a fines de agosto del 77, con 14 -15 kilos menos y la salud destrozada, en un baldío de Lanús. Había estado en una comisaría de La Plata: “Reapareció y contó todo lo que había visto y había sufrido; y era de tal locura lo que contaba que pensábamos que había perdido la razón”.
Luego del secuestro de su padre, Laura decidió pasar a la clandestinidad y se fue a vivir a Buenos Aires con su compañero; cada semana escribía y llamaba a su madre, “siempre con optimismo, por supuesto sufriendo, pero sin decirlo”. El último contacto que tuvo con su familia fue el 16 de noviembre de 1977, por lo cual supusieron que había sido secuestrada y repitieron la historia de búsqueda que habían vivido unos meses antes.

La búsqueda de su hija
En relación con el proceso de búsqueda, Estela de Carlotto explicó que nuevamente se reunió con miembros de la iglesia, pagaron un rescate de 150 millones de pesos y, por segunda vez, tuvo una reunión con Reynaldo Bignone: “Encontré a una persona desquiciada. Le fui a pedir por la vida de Laura y entró en crisis, le dije ‘no me la maten, juzguela’ y él me respondió ‘hay que hacerlo’. Salí de ahí creyendo que ya la habían matado, entonces le pedí que me entreguen el cuerpo”.
Laura Estela Carlotto tenía 23 años al momento de su secuestro, era estudiante del profesorado de historia en la UNLP y militante de la Juventud Universitaria Peronista (JUP). Estaba embarazada de tres meses; si bien su familia desconocía este hecho, se enteró por medio de sobrevivientes que habían compartido cautiverio con Laura en el CCD La Cacha, donde estuvo durante casi ocho meses, hasta que dio a luz a su hijo Guido.
La noticia del embarazo de su hija, se la dio Elsa Campos, quien fue al local de Guido Carlotto y les comunicó que “había estado en el mismo lugar donde estaba Laura, que estaba con el sexto mes de embarazo, y que mandaba como mensaje al Papá que si era varón el niño que iba a nacer, le pondría su nombre, Guido; y a mí, que la buscara en Junio en la casa cuna para que yo lo criara, esperándola a ella”, declaró la presidenta de Abuelas.
El 25 de agosto del 78, ocho meses después del secuestro de su hija, la familia Carlotto recibió un comunicado de la Comisaría 9° de la Plata, donde se los citaba con urgencia a presentarse a una Subcomisaría de Isidro Casanova: “creímos que estaba detenida y nos íbamos a encontrar con ella y con el niño, pero también pensamos lo peor”, aseguró la titular de Abuelas. Fueron recibidos por el subcomisario, quien les pronunció las palabras que Estela lleva “grabadas a fuego”: “lamento informarles que su hija ha fallecido”. Si bien Estela es una persona de mucha templanza, aseguró que en este momento perdió la normalidad y les dijo “asesinos, la mataron, estaba secuestrada. ¿Dónde está el niño?”, a lo que el subcomisario le respondió que no había ningún niño, que sólo tenían un cuerpo para entregarle y les indicó donde debían firmar para poder retirarlo.
“Ahora saco conclusiones, quizás con eso han querido decir ‘bueno esta familia ya va a quedarse destruida, los hijos dispersos, esta mujer se va a volver loca y el hombre más’, pero se equivocaron porque, ¿Qué madre olvida? ¿Qué abuela no busca? Contrario a la ley de la vida, enterré a una hija, pero en su tumba tomé fuerzas para decir voy a seguir luchando por los 30 mil compañeros y para buscar a su hijito”, aseguró Estela y la sala de audiencias del TOCF N° 1, estalló en aplausos.
"No la maten, júzguenla"

La búsqueda de su nieto
En el 85, en el marco de las investigaciones del Juicio a las Juntas, Estela pidió la exhumación del cuerpo de su hija; con la presencia del norteamericano Clyde Snow, fundador del Equipo Argentino de Antropología Forense, quedó documentado que Laura fue asesinada, que se había defendido por eso tenía una muñeca quebrada, que le habían disparado de espaldas y a 30 centímetros de distancia. Respecto al parto, los huesos de la pelvis de Laura mostraban las marcas causadas por el embarazo y demostraban que el niño había nacido a término. "En ese lugar, en ese cementerio yo pude verla, ver sus huesos, ver su ropa, e hice un cierre del duelo; pero con más fuerzas para seguir. Cuando el Dr. Clyde Snow me llama aparte y me dice 'Estela, tu eres abuela', fue como el broche de esperanza y luego eso me llevó a la justicia con toda la documentación y estudios pertinentes", explicó Estela.
Si bien el estudio antropológico permitió tener la documentación para probar que Laura había dado a luz, la familia Carlotto ya sabía que Guido había nacido. En 1980, con el motivo de la visita del Papa Juan Pablo II a Brasil, algunas de las integrantes de Abuelas viajaron para entregarle al Pontífice documentación sobre el robo de bebes; allí, Estela pudo conocer a Alcira Ríos y Luis Córdoba, un matrimonio que había compartido cautiverio con Laura en La Cacha y que ella les había relatado el nacimiento de su hijo, aproximadamente el 26 de junio de 1978. "Es decir que en pocos días, mi nieto vivo, cumple 36 años".
Sobre el final de su declaración, Estela aseguró que siempre trabajó y confió en la justicia, a pesar de que "los tiempos de la justicia que a veces son demasiado injustos, pero hay que tener la fe, la esperanza y la convicción de que es el camino correcto" y agregó: "Yo tengo el nombre del que dicen que mató a Laura, pero nunca se me ocurrió buscarlo, sólo decir 'encuéntrenlo, que nos diga dónde está Guido'. Que no se llamará Guido, y tendrá otra historia, lo habrán tratado bien o mal, pero que lo robaron del derecho que tenía a vivir con su papá, su mamá y su familia. Yo tengo 13 nietos más, pero me falta Guido".
La lucha colectiva
A lo largo de su testimonio, Estela explicó que no le resultaba fácil estar ahí, ya que si bien está acostumbrada a luchar, estar sentada ante el tribunal contando sobre su hija y su nieto, era remover lo propio y, en general, desde Abuelas se trabaja desde lo de todas. "Esta lucha es colectiva, no es individual, nadie pone esfuerzo en lo suyo propio, sino en lo del otro; hay abuelas que han encontrado a sus nietos hace muchos años y siguen viniendo, para encontrar los que faltan", y agregó: "Esta historia hay que irla escarbando y tratando de que los sobrevivientes, aquellos que han visto algo se animen a contarlo. No solo para rescatar la historia sino también por nosotros que estamos buscando desaparecidos vivos; nuestros nietos son desaparecidos con vida"
En casi 38 años de lucha, las Abuelas esperaban que llegara el momento en el que la justicia de respuestas a sus reclamos, hasta el momento se ha podido conocer la verdad de 113 casos de niños secuestrados por razones políticas. Al respecto, Estela aseguró: "Falta muchísimo más, pero nos queda un tramo corto, ya somos muy mayores; pero la fuerza y la voluntad la tenemos porque creemos que es necesario para que la democracia se consolide, que nada se olvide. Sin odio, sin rencor, sin revancha; simplemente verdad, justicia y memoria", y agregó "los que vamos encontrando recuperan sus derechos, son libres, deciden, saben por qué se parecen y a quien, reconstruyen su historia y nos acompañan; y hoy están siendo de nuestra institución por que el día que no estemos más van a ser nuestro relevo".
Para finalizar, la presidenta de Abuelas, expresó: "yo espero que nuestra fé se les transmita a aquellos que están siendo juzgados para ablandarles el corazón y que nos digan donde están los nietos"