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“Mientras haya un genocida vamos a seguir peleando y exigiendo justicia”

 

 

   Ante una sala colmada, Ramón y Leticia Baibiene, declararon en la novena jornada de la audiencia por el juicio contra el centro clandestino de detención (CCD) “La Cacha”. Relataron los hechos del asesinato de su padre Arturo Baibiene y el secuestro de su madre Elba Ramírez Avella y explicaron cómo pudieron volver a reencontrarse con su familia.

 

   Ramón ingresó a la sala con una sonrisa, la mano en alto y sus dedos en “V”, el público le respondió con una ovación. Leticia relató los hechos con una firmeza difícil de comparar, como si sus tres años de aquél entonces hubiesen llevado una experiencia de décadas.

 

   Ramón explicó que el 26 de Abril de 1977 las fuerzas conjuntas realizaron un operativo en su casa de Berisso. “Pedían por mi papá que no estaba, entonces mamá nos llevó a la pieza. La golpean y la sacan envuelta en una funda de una almohada, toda ensangrentada. La suben a un auto con otra mujer: Liliana Pizá”, relató Ramón.

 

   Leticia explicó que el operativo se extendió por todo el día. Por la tarde Alberto “El Ruso” Paira se había acercado a su hogar y lo reconocieron. “Le dan la voz de alto y el sale corriendo, pero a una cuadra y media lo asesinan. Al cuerpo lo dejaron tirado en la puerta de casa para que lo vean los vecinos”, agregó.

 

   En sus respectivos testimonios, los hermanos relataron los hechos que pudieron reconstruir gracias los recuerdos de vecinos y familiares. Con minutos de diferencia entre una y otra declaración, Ramón y Leticia explicaron detalladamente los sucesos de abril del ´77. 

   “Cerca de las cinco de la tarde llega papá. Cuando se baja del micro percibe un movimiento extraño en el barrio, intuye algo. Entonces no dobla para casa, sigue de largo, pero un policía de la Provincia, Taborda, lo señala y salió corriendo. Es herido y se mete en un cañaveral”, explicó Ramón.

 

   “En ese momento comienzan a disparar al cañaveral. Hasta gritó que le pasaran un arma para defenderse” afirmó el testigo y comentó: “Cuando lo agarraron le pegaron con la pala, casi lo matan a palazos.”

 

   Al coincidir en detalle con el testimonio que su hermano brindó minutos antes, Leticia relató: “A papá lo meten adentro de casa, cerraron todas las puertas y pusieron música fuerte. Momento más tarde, se escucha un tiro”.

 

   Además, explicaron que luego del asesinato del “Ruso” Paira, quien era el referente de Berisso, muchos policías discutieron, ya que “no les servía muerto, lo querían vivo”.

 

   También hicieron referencia al secuestro de su madre, Elba: “Pudimos contactarnos con Patricia Rolli, víctima de La Cacha” comentó Leticia. En referencia al cautiverio de su madre Ramón agregó que “cuando le preguntaron como era su sobrenombre se hizo llamar `Bichi´, pero ése no era su nombre de guerra.  

   Cuando Patricia nos cuenta esto, mis tías y abuelas se largaron a llorar, porque Bichi le decía mi papá. Fue un hermoso homenaje de amor”. Los Baibiene relataron que cuando la guardia se relajaba o “se volvían más humanos” las dejaban ver y hablar. “Patricia y mamá se intercambiaron un arito, y prometieron que si una sobrevivía, se lo entregaría a la familia”. Veintidós años después ese arito llegó a sus manos, “ese día sentimos que una parte de Bichi retornó”, dijo la testigo.

 

   Por último, en sus testimonios también hicieron referencia al reencuentro con su familia: Explicaron que luego del operativo ambos se quedaron en la casa de unos vecinos y que unos días después los retiro una persona que decía ser su abuela. “Mi familia se entera dos días después. Van a la Comisaría Primera de Berisso y allí nos devuelven. Mi hermana, les dice que faltaba la primita, sin ella no se iba a ir, entonces traen a una bebita, en realidad era Julita Pizá.”, explicó Ramón.

 

   Antes de terminar, explicaron la importancia que tenía el Juicio para ellos y mencionaron las sensaciones que les generaba estar prestando declaración. “Estos tipos nos sustrajeron la muerte, no nos dijeron qué día y cómo la mataron y nos robaron el cadáver. Eso está dirigido hacia nosotros” explicó Ramón, y agregó: “Este juicio es muy importante para todos nosotros, yo estuve esperando esto toda mi vida. A veces pienso si 37 años es mucho tiempo. Para mi vida es mucho tiempo, pero para el tiempo que duran las luchas populares no es tanto.”

 

   Por su parte Leticia comentó: “Cuando uno sabe la verdad, por más terrible que sea, la puede ver. Pero no saber, es la angustia más terrible y dolorosa. Lo único que yo quería es que volviera mi mamá, lo más perverso de todo es que uno mismo tiene que decidir cuando deja de esperar”. 

 

   Ante los aplausos de más de cien personas en una sala casi colmada, Ramón finalizó: “No perdonamos y no nos reconciliamos. Tenemos diferencias políticas con las personas que están siendo juzgadas. Mientras haya un genocida vamos a seguir peleando y exigiendo justicia.”

Por Rodrigo Viceconti

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