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"Es mi verdad, pero es mi derecho"

 

Claudia Billourou, compañera de Dardo Benavides, relató la historia de la militancia junto a su compañero que aún permanece desaparecido. Ernesto Carlos Otahal, sobreviviente del centro clandestino, fue quien cerró la audiencia.

Claudia Billorou está radicada en Alemania, desde 1986, donde se desempeña como asesora en arte y cultura del ministerio de relaciones exteriores del gobierno alemán y trabaja para la UNESCO.  En varios legajos y testimonios, Dardo, aparece como “Negro Benavides”; o como “Negro Luis” o “Negro Luisito”.

 

La testigo comienza relatando que con su compañero Dardo, se conocieron en 1966, por medio de un compañero de la escuela primaria; Cuando teníamos 12 años. Y en el verano de 1977, ya con 13 años, se pusieron de novios. “Era el año en que él ingresaba al Liceo Naval Militar “Almirante Brown”. Durante esos años, las salidas del Liceo, eran solamente los sábados y yo había comenzando en bellas artes”. Cuenta Claudia y continúa. “En 1969 con 15 años, comenzamos a militar. En principio en ninguna agrupación en especial. Lo hacíamos con el grupo de amigos del Liceo Naval Militar”.

 

En ese grupo de amigos, que Claudia menciona, no solo estaba Dardo; sino que también Mario Luis Noriega, que fue muerto en un “enfrentamiento” el 12 de noviembre del 75; José Mariano Donda , hermano de Adolfo Donda y padre de Victoria Donda; y el mejor amigo de Dardo, Roberto Gamonet; quien llegó a ser conducción nacional de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y junto a su novia Sonia Mabel Rossi murieron resistiendo un allanamiento el 22 de junio del 1976 en Buenos Aires.

 

También eran parte del grupo Claudio Logares y Mónica Linchpont, padres de Paula Logares, la primera nieta recuperada por medio de un análisis de ADN; Y el “Negro” Yacubone.

Este último, de todo el grupo, fue el único que falleció de muerte natural en 2009.

Claudia tiene una voz grave y se la escucha segura; con una memoria impecable acompañada por una hoja de anotaciones.

 

“Luego a ese grupo se incorporó Joaquin Enrique Areta, que era primo de Mario Noriega. En  1971 estando en cuarto año, Noriega y Gamonet, piden la baja en el Liceo Militar. El resto sigue hasta prestar juramento y terminar el bachillerato allí”, contó Claudia. En 1975 Claudia y Dardo se casan, teniendo ambos 19 años. Luego, todo el grupo del liceo militar es citado a una audiencia en el Edificio del Libertador en Capital Federal, para ser dados de baja.

Claudia relató que temían en concurrir, ya que corrían riesgo de ser detenidos o de desaparecer. Por esa razón, hablaron con el padre de Mario Noriega, quien era Capitán de Marina; y mediante algunos contactos logró que les dieran de baja mediante correo postal. “Después de eso, empezamos todos a darnos cuenta de que éramos seguidos. Empezábamos a hacer mudanzas, a tomar medidas de seguridad. El encargado de algunos seguimientos era un miembro de la familia Lisandro, que hasta no hace mucho vivía en 47 entre 2 y 3”, contó la testigo.

Claudia, además, relató que fue seguida por Néstor Beroch, quien pertenecía al CNU y se pasaba el día entero en Bellas Artes, colegio donde ella estudiaba. “Se la pasaba en la cafetería de bellas artes, acompañado de alguien a quien llamaban Toni, que supongo era del CNU”, dijo.

 

Asimismo, también fue seguida, en reiteradas oportunidades por un hombre de pelo castaño claro, delgado, con entradas grandes en el pelo; y que conducía un Peugeot 404 color ladrillo, que estaba regularmente estacionado cerca mío.

En la continuidad de su declaración, Claudia describió lo que significo el aniquilamiento de todo el grupo de compañeros; y cómo debieron ir escapando de forma permanente, cambiando de domicilio.

 

Luciana, hija de Claudia y Dardo, nació meses antes del asesinato de otro de los compañeros de su grupo, Mario Noriega; el 12 de septiembre de 1975. “Al año siguiente, en 1976, Claudio Logares y su mujer se van Uruguay, donde años después en 1978, en el marco del “Plan Cóndor”, los secuestran y apropian a su hija Paula, de 23 meses”, sostuvo la testigo.

 

Y continuó, “el 28 de junio de ese año cae resistiendo un allanamiento, Roberto Gamonet. Y la mujer, Sonia Rossi, para no entregarse con vida se tira por la ventana”.

 

Fue entonces, que frente a todas estas cosas que pasaban, Claudia y Dardo decidieron salir de la ciudad de La Plata. La última vez que vio a Dardo fue el 28 de junio de 1976. Días más tarde viajó a Córdoba. Dardo, vivió en Buenos aAires en la casa de Horacio Seillant, hasta principios del 1977.

 

 

Horacio Seillant, estuvo en dos centros clandestinos; en  “El Olimpo” y en “Automotores Orletti” en el 1978.

En agosto del 1977 los papás de Claudia, viajan a Córdoba para decirle que Dardo había sido secuestrado. “Mi padre tiene un infarto agudo de miocardio y tres años después falleció, no pudo recuperarse”, relató Claudia.

Y sigue, “mi madre me dice que Dardo está bien, que todos los meses va la mujer de un marino a cobrar una cuota, para mantenerlo con vida”.

 

Luego, Claudia contó qué sobrevivientes vieron a su compañero en “La Cacha”.

Según relató, Patricia Pérez Catán, quien ya conocía a Dardo desde la infancia,  porque eran amigos de la familia que vivía en el departamento contiguo al de la familia de Dardo, en 5m entre 53 y 54 y se visitaban regularmente; dijo haberlo visto en “La Cacha” entre mayo y junio de 1977.

“Yo no hablé personalmente con Patricia, pero si habló mi suegra y Patricia estudiaba medicina y por eso se le encomendaban tareas de cuidado de algunos compañeros. Dijo haber cuidado a Dardo de graves infecciones en las piernas”, sostuvo la testigo.

 

En ese sentido, recordó que Claudio Fortunato, estuvo con su compañero en el CCDyT; Y como había intentado suicidarse varias veces lo había sido encadenado en un rincón,  debajo de una escalera muy alta. 

Dardo era golpeado continuamente, con mas ensañamiento lo hacían “El Oso Acuña” y ”El Frances”. “También el negrito Ricardo Herrera, declaro haberlo visto y su declaración es consciente con la de Claudio Fortunato; ambos dijeron que fue muy torturado, que estaba en muy malas condiciones físicas y muy golpeado. Por los intentos de suicidio estaba muy vigilado. Quinterno y Raúl Elizalde coinciden en sus declaraciones”, dijo Claudia.

 

Consecuencias familiares y la esperada justicia

 

Una de las preguntas realizadas por las querellas, fue sobre las consecuencias personales y familiares, producidas a partir de la persecución genocida.

 

Claudia contó que el infarto de su padre y su posterior fallecimiento, se debió a la gran tensión luego del secuestro de Dardo. “Tuvo dos operaciones y falleció en la segunda”, contó al respecto. Y continuó, “en mi caso nunca más pude volver a armar una familia, imagínese que nos conocíamos desde los 12 años, desde pocos meses de tener 13 éramos novios, Nuestro proyecto era comprar un velero, teníamos 14 años, cuando decíamos eso. Teníamos un montón de proyectos y como chicos que éramos fuimos descubriendo un montón de cosas juntos y que terminamos teniendo que estar de los 18 años los 22, escapándonos y escondiéndonos por pensar diferente”.

 

En el cierre de su declaración ante el tribunal presidido por el juez Carlos Ronzanski y secundado por Pablo Jantus y Pablo Vega, Claudia dijo sostuvo que esperó casi 40 años para poder dar este pequeño testimonio.

 

“Es mi verdad, pero es mi derecho. Que es el derecho que no tuvo mi compañero como es el derecho que no tuvieron ninguno de los compañeros, que hoy buscamos como desparecidos. Estoy orgullosa de que ésto ocurra, porque en definitiva es algo muy próximo a que empiece a transitar por un país por el que militamos desde los 15 años. Estoy orgullosa también de que quienes están aquí sentados, en el banquillo de los acusados, gocen de todos los derechos que no tuvimos nosotros. Y estoy muy emocionada, luego de haberlo hablado durante años con mi familia y amigos, de poder decirlo a la justicia, que es el lugar donde siempre lo tendría que haber dicho”, concluyó.

 

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