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   En el octavo debate del juicio que juzga los crímenes perpetuados en el centro clandestino de detención (CCD) “La Cacha”, declararon mediante una teleconferencia desde España Carlota Ayub de Quesada y su hija Ana Quesada Ayub sobre la desaparición de Graciela Quesada Ayub, hija y hermana respectivamente.

 

   “Puedo decir la verdad porque no hay ninguna razón para no decirla”, comenzó su declaración Carlota Ayub de Quesada, quien también señaló al imputado Julio César Garachico como el asesino de su yerno Luis Bearzi.

 

   Graciela Irene Quesada Ayub fue secuestrada en La Plata el 17 de marzo de 1977 y según relató la madre, sus dos pequeños hijos fueron recuperados tiempo después por los abuelos paternos, quienes se encontraban en la ciudad de La Plata. Carlota Ayub de Quesada se había exiliado previamente, por lo que fue advertida de la desaparición una vez que su hija Ana llegó a España el 27 de marzo de 1977.

 

   Luis Bearzi había sido asesinado en Tolosa el 8 de noviembre de 1976, motivo por el cual Ana había postergado su exilio a Europa para acompañar a su hermana Graciela. “Su intención fue quedarse a pesar de que le insistía con que viniéramos a España”, recordó entre lágrimas. “Lo que estaba pasando concretamente en La Plata era el terror”, enfatizó la testigo.

 

   Mientras Graciela se encontraba en cautiverio, la familia Quesada Ayub recibió tres cartas que, si bien estaban escritas por ella, su hermana Ana afirmó que era evidente que se trataban de “cartas redactadas” o que había recibido presiones de los represores. “Yo pensaba `a mi hermana le lavaron el cerebro´, no me lo podía creer”, relató la testigo. “Yo nunca las creí. Ahora, después de 35 años, sigo pensando lo mismo.

 

   ”Las últimas noticias que recibieron de Graciela fueron a través de cartas enviadas por los suegros, que se encontraban al cuidado de los hijos y habían tenido tres encuentros con ella mientras estaba secuestrada. En el primero de ellos, la detenida se hallaba dentro de un auto estacionado en la puerta del destacamento 101 del Ejército, justo frente a la casa donde residía la familia Bearzi. Al ver a su suegra e hijos, Graciela Quesada Ayub solicitó poder saludarlos, a lo que accedieron los guardias. Finalmente, ante una visita con dos custodios para el cumpleaños de su hija María Julia el 15 de noviembre de 1977, su suegro (quien era ginecólogo), constató que estaba embarazada “en un estado de gestación bastante avanzado”, según recordó su hermana Ana.

 

   Antes de culminar su testimonio, Ana Quesada Ayub agradeció al Tribunal y a las personas que la convocaron como testigo, ya que después de 37 años le resultó “muy importante su testimonio, para valorar la importancia que tienen estos juicios […] en este momento Argentina es referente de Justicia”, destacó. Además celebró el hecho de que se le haya reconocido a ella y sus hijos la condición de exilio forzoso y solicitó “que por este juicio se haga justicia para mi hermana y para los miles de desaparecidos de nuestro país”.

Declararon familiares de Graciela Quesada Ayub y Luis Bearzi

   María Julia Bearzi recordó que su padre Luis Bearzi estudiaba medicina y su madre antropología: “Los dos militaban, primero en la JP y después en Montoneros”, y destacó que “tenían un gran compromiso social enorme, que materializaban a través de la actividad en el territorio que desarrollaban por la zona de Berisso o Ensenada”. “Estaban convencidos y trataban de convencer a la gente que vivía ahí que había un camino alternativo a través de la política para salir de la exclusión y de la marginalidad”, comentó la testigo acerca de la militancia de sus padres.

 

   Al igual que su abuela y tía, habló sobre el asesinato de su padre y destacó que sus abuelos paternos “pudieron recuperar el cuerpo”, hecho que sirvió de alguna manera para “cortar con este plan macabro de asesinar y después ocultar el cuerpo, las huellas”. En el certificado de defunción de Bearzi expedido por las fuerzas que lo asesinan “estaba hecho como NN” y el causal de muerte es descripto como una “pérdida de masa encefálica producto de un disparo de arma de fuego”.

 

   En marzo de 1977 se produce la desaparición de su madre, y años más tarde, “ya entrada la democracia” pudieron establecer que había estado detenida en el CCD “La Cacha” gracias al testimonio de sobrevivientes.

 

   “Durante el tiempo que ella estuvo en cautiverio tuvimos contacto con ella […] y también en ese punto digo que tuvimos cierta suerte porque mi mamá pudo dejarnos a mí y a mi hermano en algún lugar”, relató María Julia Bearzi. Sobre el encuentro con su madre el día de su cumpleaños de 1977, la testigo recordó que “se presentó en casa con dos tenientes vestidos de civil” y pidió otro calzado a su tía debido a la hinchazón de sus pies. Su abuelo constata que para ese entonces llevaba un embarazo de siete meses.

 

   “A mí y a mi hermano nos privaron de la posibilidad de crecer con mis padres y a mis hijos de crecer con sus abuelos”, relató la testigo y siguió “al hijo que mi mamá debe haber tenido durante su cautiverio, supongo que en enero del año 78, aún lo están privando de su verdadera identidad”.

 

   Finalmente, al culminar su testimonio María Julia Bearzi dijo: “Creo que es un día importante que voy a compartir con mis hijos cuando sean más grandes y les voy a contar que hoy ha prevalecido la memoria, la verdad y la justicia por sobre la dictadura, la desaparición, la violencia y la falta de dignidad y humanidad, que ha tenido esa gente que hoy está siendo juzgada”

“Hoy ha prevalecido la memoria, la verdad y la justicia”

Por Rocío Cereijo

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